Cuando hablamos de salario es habitual que a todos se nos venga a la cabeza el concepto económico y pensemos únicamente en el dinero que una persona recibe por realizar su trabajo en un determinado lugar. Pero hay que saber que no es el único.
Con las necesidades actuales de las empresas para atraer y retener el talento, surgió hace unos años el concepto de salario emocional, que cada vez cuenta con más relevancia y que se refiere a aquellas retribuciones que un trabajador puede conseguir de su empresa – sin carácter económico – y que están dirigidas a mejorar su bienestar y su calidad de vida. El salario emocional reúne todos los elementos que van a influenciar tus decisiones en el trabajo, cómo te relacionas y todos tus comportamientos.
Junto con la retribución económica, el salario emocional es una de las herramientas que puede utilizar la empresa par mejorar la motivación, la implicación y el grado de compromiso de sus empleados; además de ser un elemento de gran ayuda para reducir el absentismo laboral.
Cuando un empleado se siente feliz en su empresa, es menos probable que se vaya a otra por un salario mayor, de ahí que el salario emocional juegue un papel muy importante si queremos mantener nuestra plantilla intacta.
Algunos ejemplos de salario emocional
Horario flexible
Dar importancia al alcance de los objetivos y no al tiempo que inviertes en ello.
Días libres
Días libres en el cumpleaños o en momentos difíciles.
Teletrabajo
Dar la posibilidad al empleado de trabajar en remoto.
Formación
Apoyo y ayuda económica en la formación para el desarrollo profesional.
Beneficios sociales
Seguros, planes de jubilación, seguro de salud, ayuda en la educación de los hijos, guarderías, etc.
Reconocimiento
Reconocer al empleado las cosas bien hechas, solicitarle las tareas de forma educada y ser agradecido.